jueves, 4 de marzo de 2010

Los miedos sexuales de los hombres

Es cierto que los miedos de uno y otro género son diametralmente diferentes; las mujeres suelen tener miedos relacionados más que con la sexualidad, con la afectividad, mientras que la mayor parte de los miedos de los hombres tienen que ver con no rendir sexualmente como debieran.

Pero cuáles son esos temores:

Tener problemas de erección. A todos les ha pasado por lo menos alguna vez y por eso tampoco es necesario decir "nunca me pasa". Las preocupaciones, el cansancio, el consumo excesivo de alcohol o drogas y estrés pueden contribuir a que algunas veces la erección no aparezca. Pero también es importante saber que para ellas, la penetración no es tan importante como para ellos. Todo puede resolverse hablando. Si ocurre, no es el fin del mundo. Hay otras vías sensuales y sexuales además de la penetración.

Ser eyaculador precoz. Otro gran temor que afecta a jóvenes y adultos y consiste en eyacular en muy corto tiempo. Aunque puede presentarse ocasional o regularmente, los varones se frustran ya que después de la eyaculación el pene pierde erección y si la mujer aún no termina o apenas comenzaba el juego amoroso, puede generar una situación incómoda.
La razón de la eyaculación prematura es generalmente psicológica pero además suponer “que siempre deben estar listos y que deben durar más de una hora” les causa un gran sentimiento de derrota.

Ser mal amante. Les preocupa tener un mal desempeño o que éste sea de baja calidad en comparación con otros amantes de su pareja.

Que critiquen el tamaño de su pene. El complejo del tamaño es universal y muchos lo padecen con gran carga de angustia y baja autoestima. Y este temor lo tienen mucho los jóvenes, muy sensibles a las burlas con respecto a su tamaño. Si a un niño sus compañeros le marcan, en tono de broma, la pequeñez real o presunta de sus genitales, puede quedar traumatizado y convencido de que no es normal. También hay mujeres que los puedan llegar a humillar, conocedoras de que eso es sagrado para ciertos varones, provocándoles una crisis que les cuesta resolver. Incluso a veces ello les puede provocar una impotencia secundaria, y evitar acostarse con una mujer por ese motivo, lo que lo transforma en un disfuncional. Él luego dirá que actúa así porque lo tiene chico y, como una bola de nieve, seguirá acrecentando el problema.

Que la mujer finja el placer o el orgasmo. Esto significa atentar contra otro gran mito “suponer ser ellos los dadores de placer”.



Que aburra.Otro ataque al ego masculino. Si ella bosteza o prefiere dormir y terminar de una buena vez con el sexo, supone que las cosas no van del todo bien. Desconoce acaso que a veces esto puede deberse efectivamente a un excesivo cansancio de ella?.

Que les guste la estimulación prostática. El punto G masculino está ubicado en la próstata a la que sólo se puede tener acceso a través del ano. Para muchos varones, la estimulación de esa zona les resulta placentera. Sin embargo, no permiten este juego, por temor a ser considerados homosexuales. Nada más lejano de la realidad. Es un área de placer para hombres de todas las preferencias sexuales, sin embargo los prejuicios, en ocasiones, no permiten disfrutarlo.

Que lo comparen con anteriores amantes.

Es importante que los varones sepan que no son robots, ni máquinas de erectar; son seres falibles, cambiantes, con altibajos, ganancias y pérdidas, envueltos en éxitos y fracasos: la sexualidad no está al margen de estos vaivenes existenciales.

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