domingo, 7 de febrero de 2010

Grandes errores de la historia

En la historia de la humanidad se han cometido muchos y grandes errores, ya sea en la ciencia, en la política o en el campo de batalla. Algunos dieron lugar a grandes catástrofes mientras que otros resultaron en algo mejor de lo que se esperaba. El primer gran error de la humanidad, según la Biblia, es el que cometieron Adán y Eva al comerse la manzana del árbol de la sabiduría. Se puede tener una opinión a favor o en contra de ese error, ya que sin ese error podríamos estar en el jardín del edén, pero ¿quisiéramos estar en ese jardín aburrido? ¿Y la televisión? Depende desde que punto de vista se lo vea.

Echémosle un vistazo a esos grandes errores de la historia.
Uno de los más importantes fue el que cometió Cristóbal Colón en calcular mal la distancia entre Europa y Asia. El problema que tuVo Colón para que aceptaran su proyecto no fue que los sabios no creyeran que la tierra era una esfera, lo que ellos defendían era que la circunferencia de la Tierra era más grande de lo que decía el genovés. Los sabios diferían con respecto a la circunferencia de la tierra, variaban entre los 32.000 km. del Atlas Catalán (año 1375), y los 38.000 km. de fra Mauro (1459). Colón creía que la separación entre Europa y Asia era de 135 grados, la cifra correcta es 229 grados. Colón también creía que Asia estaba mucho más cerca, y de no ser porque se encontró con un continente desconocido por los europeos habría muerto a manos de sus marineros amotinados. Él siguió convencido de que había llegado a las islas de Asia. Fue Americo Vespucio quien convenció a todos de que lo descubierto por Colón era un nuevo continente. Todo se debió a un error de calculo.

El 30 de julio de 1520, ocurría la dramática y célebre Noche Triste, en la que Hernán Cortés y sus hombres sufrieron una amarga derrota en las afueras de la actual ciudad de México. En esa noche murieron 860 infantes de Castilla, 46 jinetes y sus caballos, y 4000 indios auxiliares de Tlaxcala. Asediado por los aztecas que se habían sublevado, Cortés dejó Tenochtitlán y emprendió una retirada que se transformó en masacre. Esa retirada fue un gran error militar, como quedó demostrado poco después al reconquistar los españoles la posición perdida. Lo que pocos saben es que el conquistador español siguió ese día los consejos de uno de sus soldados, el napolitano Blas Botello, a quien todos llamaban el nigromántico. Este había leído en el horóscopo de Cortés la conveniencia de un repliegue. En lo único que acertó el astrólogo fue en pronosticar su propia muerte durante la amarga noche.

Los militares no pueden poner en duda o desobedecer una orden de un superior. Esa situación se llevo mas vidas en las guerras que las armas. Así les paso a los combatientes griegos en la guerra contra Turquía en 1921, ya que su general Hajianestis no daba ordenes porque estaba convencido de que había muerto. O como sucedió en el 413 a.C., a las huestes atenienses del general Demóstenes. Semicercados en Siracusa (Sicilia), Demóstenes convenció al jefe Nicias de que era mejor levantar el sitio de la ciudad, antes de que siguieran llegando refuerzos al enemigo. Cuando se estaban marchando, hubo un eclipse de luna, considerado del mal agüero por Nicias; de modo que contra toda razón, y para desesperación de Demóstenes, decidió que la marcha debía aplazarse "las tres veces nueve días" que prescribían los adivinos. Nicias, Demóstenes, 43.000 atenienses y los adivinos pasaron a mejor vida por ese error táctico.


En 1938, el ejército francés realizó maniobras en la zona boscosa de Las Ardenas, al norte de la línea Maginot. Los tanques franceses que hacían el papel de enemigo cruzaron sin problemas las espesas florestas. Pese a todo, en mayo de 1940 la doctrina oficial del Elíseo consideraba imposible el transito de las divisiones blindadas alemanas por el bosque. El general Gamelin, obsesionado con la Primera Guerra mundial, esperaba el ataque aún mas al norte, desde Bélgica, por lo que dejó pocas tropas y de baja calidad en los bosques de las Ardenas: justo donde los Pánzer alemanes rompieron el frente. No era cosa de la tropa ni del pueblo de Francia poner en duda la sabiduría de Gamelin. Por su culpa Francia fue ocupada por los nazis.


Otro terrible error táctico de la historia fue la extraordinaria y triste historia de la flota rusa del Báltico a cargo del vicealmirante Zinovy Petrovich Rozehestvensky, que en 1905 tuvo que realizar una lamentable odisea de 18.000 millas, tan solo para irse al fondo del mar el mismo momento de su llegada al punto de destino. Su misión fue ir a dar batalla a la flota japonesa en su propio territorio. La flota rusa del Báltico estaba integrada por barcos demasiado pesados y muy en desventaja con la potencia de la flota de Japón. A lo largo de las 18.000 millas no tenía ni una sola base utilizable. La moral de esa flota era muy baja ya que nadie creía que ese terrible periplo produjera alguna ganancia. En los diarios de todos los países se reían del viaje de la flota rusa. Lo pero de todo era que los marineros no estaban bien entrenados: durante el periplo hundieron barios barcos mercantes y pesqueros, pensando que eran japoneses. Durante una practica, trataron en vano de pegarle a un blanco, el único disparo que llego, le pego al barco que remolcaba el blanco. Ya llegando al final del viaje, el vicealmirante recibió la orden del Zar de destruir la flota japonesa y volver luego para ser relevado, mensaje que lo sumió en una resignación melancólica. Llego a Japón y fue hundido con toda su flota por los japoneses. Todo un error de los planificadores y estrategas rusos.


Peor fue el destino de 10.000 hombres que perdieron la vida el 24 de octubre de 1916 para reconquistar el fuerte de Douaumont, en Verdún. Este había sido tomado meses antes por un solo sargento alemán, gracias a la negligencia táctica del mando aliado. Era una posición clave en un sector clave y el sargento se lo encontró prácticamente vacío.
A comienzos del siglo XVII, el físico inglés William Gilbert habla del imán en los siguientes términos: "La fuerza magnética esta animada o imita al alma". Incluso, explica, en muchos aspectos sobrepasa en perfección al alma humana, pues no se aparta nunca de su fin que es atraer el hierro. Trataba al imán como a un ser vivo.


En 1884 Sigmud Freud, de 28 años, quiere renombre y sabe que solo lo puede conseguir con un gran descubrimiento. Así que vislumbra la posibilidad en la investigación acerca de los usos clínicos de la cocaína. En una carta de abril de 1884 escribe: "He estado leyendo acerca de la cocaína... Un alemán la ha estado empleando para sus soldados, y ha informado que, en efecto, aumenta la energía y la capacidad para la resistencia". Su idea era ensayar en casos de enfermedad cardíaca y de agotamiento nervioso. "Estoy tomando regularmente -escribe- dosis muy pequeñas contra la depresión y la indigestión con el más brillante de los éxitos". Envía cierta cantidad a su novia Marta, "para hacerla más fuerte y dar color rojo a sus mejillas". También la ofrece a sus amigos, colegas y pacientes. Su biógrafo, Ernest Jones, no duda en afirmar que "se estaba convirtiendo en una verdadera amenaza pública". En junio escribe un ensayo en donde se refiere a "la alegría y la euforia, que en nada difieren de la euforia normal de la persona sana... Se puede realizar un largo e intenso trabajo mental o físico sin ninguna fatiga... No registra absolutamente ansia alguna de volver a tomar cocaína". Concluye que podría servir para tratar la adicción a la morfina. Sin embargo, avaladas por informes de casos de adicción y de intoxicación con cocaína, llegaron las críticas y toda Alemania se puso en alarma. Algunos de sus colegas lo acusaban de haber desatado un flagelo de la humanidad. Años mas tarde Freud, se referiría con vergüenza y tristeza a este episodio.


Uno de los casos más famosos de error y engaño es el del hombre de Piltdown. En 1912, Charles Dawson descubrió junto con sus estudiantes en el sur de Gran Bretaña el cráneo humano más antiguo jamas hallado. Durante cuarenta años, el descubrimiento fue alabado y muy comentado en la comunidad científica, se escribió mucho sobre el tema a favor y en contra. Dawson fue considerado casi un héroe. Pero en 1953 expertos del Museo Británico descubrieron que se trataba de un fraude: había sido fabricado con un cráneo humano moderno y la mandíbula inferior de un orangután, convenientemente adulterados para conferirles una apariencia de fósil antiguo. Todos los antropólogos ingleses quedaron en ridículo frente a sus adversarios franceses. Nunca se pudo descubrir con claridad quien perpetro el engaño, hubo muchos sospechosos.
El reverendo Samuel S. Smith en 1810 "pudo señalar el caso de Henry Moss, famoso antiguo esclavo que se exhibía por todo el norte" (de EE.UU.) "mostrando las manchas blancas que le habían salido por todo el cuerpo, dejándolo al cabo de tres años casi completamente blanco. El doctor Benjamin Rush presento ese mismo caso en una reunión especial de la Sociedad Filosófica Americana, en la que mantuvo que el color negroide de la piel era una enfermedad, como una forma de lepra benigna, de la que Moss estaba experimentando una curación espontanea. [...] En De generis humani varitate nativa, Johann Blumenbach sostuvo que la causa principal de la "degeneración"(de las razas que no son blancas) a partir del tronco caucasoide primitivo era un conjunto de factores tales como el clima, la dieta, el modo de vida, la hibridación y la enfermedad." Estos ultimos datos son sacados del libro "El desarrollo de la teoría antropológica" del antropólogo estadounidense Marvin Harris.

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