domingo, 11 de abril de 2010

Cosas que no sabias sobre la muerte

La práctica de enterrar a los muertos podría datar de hace 350 000 años, tal y como quedó evidenciado en la fosa de Atapuerca (España) donde a 14 metros de profundidad se encontraron los fósiles de 27 homínidos de la especie Homo heidelbergensis, un posible antecesor del Neandertal y del humano moderno.


Nunca digas morir, existen al menos 200 eufemismos para la muerte, incluyendo “pasar a mejor vida”, “criar malvas” y la mejor para un fanático de Star Trek: “dormir con los Tribbles”.


Desde 1951 ningún estadounidense ha muerto de viejo.


Ese fue el año en que el gobierno eliminó esa clasificación de los certificados de defunción.


La causa de muerte, en todos los casos, es la falta de oxígeno. Su reducción puede provocar súbitos espasmos musculares, o “fase agónica”, derivada de la palabra griega “agon”, o lucha.


A los tres días de la muerte, las enzimas que una vez digerían tu cena comenzarán a devorarte. Las células fracturadas se convertirán en comida para las bacterias vivas del intestino, las cuales liberarán suficiente gas tóxico como para inflar al cadáver y forzar a los ojos a que se salgan de las órbitas.



Hay tanto que reciclar: los enterramientos en Estados Unidos suponen el soterramiento de más de 3 millones de litros de fluidos para embalsamamiento – formaldehído, metanol y etanol – en el suelo cada año. Las cremaciones expulsan al aire dioxinas, ácido hidroclórico, dióxido de azufre y dióxido de carbono.


Alternativamente, una empresa sueca llamada Promessa, puede desecar tu cuerpo en nitrógeno líquido, pulverizarlo con vibraciones de alta frecuencia, y sellar al polvo resultante en un ataúd biodegradable elaborado con harina de maíz. Afirman que este “enterramiento ecológico” se descompone en 6 o 12 meses.


Los zoroastrianos en la India abandonan en el exterior los cuerpos de los muertos para que sean devorados por los buitres.


En la actualidad los buitres están muriendo por comer cadáveres de ganado tratado con diclofenaco y anti-inflamatorios para mitigar la fiebre en las reses.


La reina Victoria insistió en ser enterrada con el albornoz de su marido (el príncipe Alberto) muerto largos años atrás, y con un molde de yeso de su mano.


¡Si esto no funciona, lo intentaremos in Vitro! En Madagascar, las familias exhuman los huesos de los parientes muertos y los pasean alrededor de los poblados en una ceremonia llamada famadihana. Después, envuelven los restos en un sudario nuevo y los entierran de nuevo. Los sudarios viejos son entregados a los recién casados y a las parejas sin hijos para que cubran con ellos el lecho matrimonial.


Durante la expansión de las líneas ferroviarias en Egipto, en el siglo XIX, las empresas encargadas de la construcción desenterraron tantas momias, que las usaban como combustible para las locomotoras.


Bueno, si… existe una ligera probabilidad de que el tiro le saliera por la culata. El filósofo inglés Francis Bacon, fundador del método científico, murió de neumonía en 1626 después de rellenar con nieve un pollo para ver si el frío era capaz de preservarlo.


Para que los órganos se formen durante el desarrollo embrionario, algunas células deben cometer suicidio. Sin una muerte celular programada como esta, todos naceríamos con pies palmeados como si fuésemos patos.


Esperando para exhalar. En 1907 un doctor de Massachusetts llevó a cabo un experimento con una “cama para morir” especialmente diseñada, y reportó que el cuerpo humano perdía 21 gramos en el momento del fallecimiento. Desde entonces ha sido ampliamente asumido como un hecho, cuando en realidad es falso.


Enterrado vivo: en la Europa del siglo XIX existían tantas evidencias anecdóticas de personas vivas que eran declaradas muertas erróneamente, que los cadáveres eran llevados a “hospitales para muertos” donde se les vigilaba a la espera de señales de putrefacción.


El 80 por ciento de los ciudadanos de los EE.UU. mueren en un hospital.


Si puedes hacerlo aquí… En la ciudad de Nueva York se cometen más suicidios que asesinatos.


Se estima que 100 000 millones de personas han muerto desde que surgieron los humanos.

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