Para que el sexo matrimonial siga funcionando lleno de pasión como en los años del noviazgo, las parejas de hoy nos enfrentamos a un desafío enorme pero no imposible: conciliar lo seguro y lo predecible de la relación con lo misterioso, lo excitante y lo sorprendente. Aprende a armonizar el compromiso y la responsabilidad de tu relación de pareja, con el juego y la emoción.
Amor y pasión, muy distintos
La psicoterapeuta belga Esther Perel, autora del libro Inteligencia erótica, con sus 20 años de experiencia en terapia de pareja, nos da algunas claves importantes para mantener la pasión en el matrimonio con el paso de los años:
• La pasión va con la incertidumbre. De entrada, lo desconocido se opone a la relación matrimonial, sin embargo debes saber que en una relación, el nivel de enardecimiento sexual es proporcional al nivel de incertidumbre que la pareja pueda tolerar.
• Cariño no es deseo. El ardor o fogosidad es un idioma distinto al amor. Una paciente de la terapeuta que acude a terapia con su pareja definió a su marido como un camisón de franela, es decir, muy tierno y considerado. Ante esto, la terapeuta califica esta relación como un amor cómodo, sin deseo sexual.
• Demasiada cercanía apaga el erotismo. La protección y el cuidado de la vida hogareña pueden ir en contra del espíritu rebelde del amor carnal. Al intentar crear una total unión en nuestra relación, paradójicamente apagamos el erotismo.
• El secreto es crear cierta distancia. La inteligencia erótica está en establecer un espacio entre la pareja, para luego recobrar vitalidad en cada aspecto. Para sentir un deseo mutuo, es esencial tener un espacio tanto físico como emocional e intelectual que sólo le pertenezca a cada uno de los dos.
• No todo debe mostrarse. Todas las personas debemos cultivar un jardín secreto. Las parejas que se instalan en la comodidad del amor tienen pocas relaciones sexuales, porque frecuentemente se olvidan de que el fuego necesita aire y dejan así de avivar la llama del deseo.
• Necesitamos una intimidad personal. En nuestra intimidad de pareja hacemos el amor, tenemos hijos, compartimos una casa e intereses, mezclamos lo fundamental de nuestras vidas. Pero ojo, esto no significa que debamos fusionar todas nuestras partes, porque nuestra intimidad personal delimita una zona privada que necesita tolerancia y respeto del otro.
• Del amor al deseo. Mientras el amor se disfruta sabiéndolo todo del otro, el deseo necesita algo de misterio. Al mismo tiempo que la intimidad crece a través de familiaridad, el erotismo se anestesia con lo predecible.
• Mucha intimidad mata la pasión. No es necesario amarse para tener sexo, pero sí es necesario tener sexo para poder amarse, y el matrimonio corre un gran riesgo cuando intenta controlar la pasión, pues así logra acabar con ella.
Amor y pasión, muy distintos
La psicoterapeuta belga Esther Perel, autora del libro Inteligencia erótica, con sus 20 años de experiencia en terapia de pareja, nos da algunas claves importantes para mantener la pasión en el matrimonio con el paso de los años:
• La pasión va con la incertidumbre. De entrada, lo desconocido se opone a la relación matrimonial, sin embargo debes saber que en una relación, el nivel de enardecimiento sexual es proporcional al nivel de incertidumbre que la pareja pueda tolerar.
• Cariño no es deseo. El ardor o fogosidad es un idioma distinto al amor. Una paciente de la terapeuta que acude a terapia con su pareja definió a su marido como un camisón de franela, es decir, muy tierno y considerado. Ante esto, la terapeuta califica esta relación como un amor cómodo, sin deseo sexual.
• Demasiada cercanía apaga el erotismo. La protección y el cuidado de la vida hogareña pueden ir en contra del espíritu rebelde del amor carnal. Al intentar crear una total unión en nuestra relación, paradójicamente apagamos el erotismo.
• El secreto es crear cierta distancia. La inteligencia erótica está en establecer un espacio entre la pareja, para luego recobrar vitalidad en cada aspecto. Para sentir un deseo mutuo, es esencial tener un espacio tanto físico como emocional e intelectual que sólo le pertenezca a cada uno de los dos.
• No todo debe mostrarse. Todas las personas debemos cultivar un jardín secreto. Las parejas que se instalan en la comodidad del amor tienen pocas relaciones sexuales, porque frecuentemente se olvidan de que el fuego necesita aire y dejan así de avivar la llama del deseo.
• Necesitamos una intimidad personal. En nuestra intimidad de pareja hacemos el amor, tenemos hijos, compartimos una casa e intereses, mezclamos lo fundamental de nuestras vidas. Pero ojo, esto no significa que debamos fusionar todas nuestras partes, porque nuestra intimidad personal delimita una zona privada que necesita tolerancia y respeto del otro.
• Del amor al deseo. Mientras el amor se disfruta sabiéndolo todo del otro, el deseo necesita algo de misterio. Al mismo tiempo que la intimidad crece a través de familiaridad, el erotismo se anestesia con lo predecible.
• Mucha intimidad mata la pasión. No es necesario amarse para tener sexo, pero sí es necesario tener sexo para poder amarse, y el matrimonio corre un gran riesgo cuando intenta controlar la pasión, pues así logra acabar con ella.
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