lunes, 15 de marzo de 2010

Excusas científicas para tener sexo a cada rato

Como animales que somos, unos más, otros menos, todos necesitamos de los beneficios vitales del sexo, un acto biológico, psíquico y, sobre todo, social que es responsable de que la vida de dos cuerpos salte a un cuerpo nuevo. Por eso, hoy traigo las últimas verdades que son fruto de la ciencia por la que los hombres de conocimiento se desvelan noche tras noche y que pueden resumirse así: el sexo está re bueno.



El sexo alivia el estrés

Uno de los beneficios del acto sexual es que baja la presión sanguínea, lo cual se traduce generalmente en una inmediata relajación física. No hacía falta, pero los científicos realizaron varios estudios y llegaron a la conclusión de que los hombres y mujeres que tenían sexo con regularidad poseían una mejor respuesta ante situaciones de estrés.
La principal razón de esta respuesta es que cuando hay excitación sexual, y principalmente durante el orgasmo, se produce una liberación inusual y repentina de la hormona oxitocina, que permanece en el organismo durante un tiempo después de vestirse. Esta hormona, a su vez, es una de las flechas favoritas de Cupido para unir a dos personas (o, en su defecto, para que una quiera unirse y la otra pida una orden de restricción).
Algo curioso acerca de la oxitocina es que también eleva los niveles de confianza y generosidad y reduce la posible aparición de miedos en situaciones donde normalmente los habría, especialmente en relación a lo social, como hablar en público o bailar borracho arriba de una mesa. Es esta misma reacción química la que hace posible que, ante el deseo, uno se anime a penetrar en la esfera privada de otra persona para intentar meterle la lengua en la boca, por ejemplo; sin ella, nada de lo siguiente ocurriría. El sexo, entonces, no sólo reduce el estrés si no que, con un mensaje entre líneas, nos ayuda a ser mejores personas. Y si hay algo que me encanta es ayudar a los demás a ser mejores personas, así que si alguna lectora necesita ayuda, ya sabe...
Pero ni siquiera es necesario perpetrar el acto en su totalidad: ya el sólo hecho de besar apasionadamente produce una drástica disminución en la producción de cortisol, que es una de las hormonas responsables del estrés.

El sexo amplifica el sistema inmune

Luego de entrevistar y tomar muestras de más de 100 personas, un psicólogo contribuyó con este artículo de sabiduría esencial donando los siguientes resultados: las personas que tenían sexo un par de veces a la semana también poseían los niveles más altos de anticuerpos (un 30% más que los abstemios), especialmente de inmunoglobulina A, con lo cual el sexo pasa a ser un efectivo remedio casero contra el resfrío y otros males comunes. Por el contrario, en quienes practicaban el sexo más de tres veces por semana, los niveles de anticuerpos comenzaban a bajar nuevamente, quizá por el excesivo gasto de energía, por lo cual la moderación también es importante en el sexo. Toda este incremento de anticuerpos se debe, probablemente, a que durante el sexo hay más riesgos de contagiarse un virus o bacterias, por lo que el organismo se fortifica segregando estos soldaditos químicos. De hecho, se ha comprobado que cuanto más cercana es la experiencia entre los cuerpos, más altas son las defensas que erigen los cuerpos desnudos.
Además de la respuesta al posible riesgo, la misma relajación posterior que mencioné antes estimula el sistema inmune y favorece la batalla contra enfermedades que van desde el envenenamiento hasta tumores cancerígenos, deviniendo en una profilaxis de largo plazo. Por si fuera poco, y como es lógico, el sexo (especialmente en su acepción de "hacer el amor" ) produce un bienestar psicológico conocido como "apoyo social", que no es más que un sentirse aceptado y que varios estudios han comprobado que excita el sistema inmunológico. Al sentirnos bien, entonces, también transmitimos el efecto curativo a las demás personas con quienes no tenemos sexo pero sí contacto social.

El sexo mejora el desempeño profesional

Esto es especialmente cierto para los actores y actrices porno, pero también para los que vivimos en el tercer mundo sexual. En el campo de los deportes, por ejemplo, recientemente se ha desmitificado por completo que la abstinencia sexual beneficie el desempeño atlético. Obviando el gasto de energía, que puede ser regulado, el sexo en realidad actúa como un motivador de la performance atlética.
Las investigaciones de un antropólogo, realizadas sobre unas cuarenta mil personas, por otra parte, han demostrado que la actividad sexual mejora indirectamente el desempeño laboral mediante la producción de gran variedad de químicos, cosa que al cerebro le encanta. La dopamina, en su caso, mejora la respuesta racional frente a la solución de problemas y cumple un papel importantísimo en la creatividad; la oxitocina, personaje secundario pero esencial, vuelve a aparecer en el escenario sanguíneo para colaborar socialmente con el trabajo en equipo; etcétera. La oxitocina, como ya mencioné, predispone a la cooperación y la armonía social, y así también equilibra el efecto de la testosterona, que genera una fuerte reacción competitiva, a veces agresiva, especialmente en las mujeres, que en muchos casos conduce a la deslealtad hacia el resto del equipo de trabajo.
Eso de no mezclar negocios y placer podría ser uno de los más grandes fracasos de la sabiduría popular; lo que no habría que meter en la misma oración con el trabajo son los sentimientos. Dicho esto, propongo, en pos del bienestar laboral, la inclusión del sexo desenfrenado dentro de los derechos básicos del trabajador, y que lo ampare el sindicato de empleados con un recreo sexual obligatorio. Creo que una hora diaria sería suficiente. Hasta quizá mágicamente se acabe el desempleo.

El sexo alivia el dolor

Exceptuando el caso de que se trate del dolor producido por una patada en el cerebro genital, la actividad sexual tiende a disminuir toda clase de dolores mediante la liberación de potentes drogas que sabiamente la naturaleza ha puesto dentro de cada uno de nosotros. Unas de ellas son las endorfinas, cuya descripción más simple sería "aspirinas gratis", que suelen aparecer en respuesta al dolor, pero también al sexo, evitando en este último caso la aparición del primero. Su acción analgésica es tan potente que iguala a la de la morfina y supera a la del valium. En otras palabras, y como ya he mencionado en este blog, el sexo cura el dolor de cabeza, así que -a quien se haga cargo-: ¡no mientas más!
También estimulan la producción de endorfinas el café, la risa y el ejercicio, aunque lamentablemente estas alternativas no producen orgasmos. Pero ya que estoy hablando de endorfinas, aprovecho para contar que pueden obtenerse produciendo pequeños dolores a propósito, cosa que suele utilizarse -si no hay más alternativa- para aliviar otros dolores más graves. Algunos ejemplos prácticos serían los pellizcos, los latigazos, la cera caliente en los pezones... Las mujeres gozan de un privilegio en este contexto que los hombres no: la estimulación sexual les produce un poderoso bloqueo extra del dolor, debido a que esencialmente le corta el paso a un neuropéptido, conocido entre sus amigos como "sustancia P", que trabaja como chofer del dolor. Mr. P, además, también se encarga de llevar al trabajo al Sr. Reflejo del Vómito, con lo cual el sexo disminuye en las mujeres no sólo el dolor si no también las náuseas. No hace falta decir que la ausencia de vómitos mejora significativamente la experiencia sexual, al menos dentro de los cánones globalmente aceptados.

Otros beneficios del sexo

De acuerdo a los estudios, la oxitocina también promueve el sueño reparador, lo cual a su vez trae innumerables beneficios indispensables, entre los cuales se cuenta nivelar el peso corporal, la presión sanguínea y las charlas que las mujeres insisten en tener después del acto sexual.
Como vimos en otro episodio, el sexo ayuda a quemar calorías y por lo tanto a bajar de peso, además de tonificar los músculos, especialmente los que se usan para la imprescindible actividad de sentarse. A nivel psicológico, el sexo alimenta la autoestima y ayuda a despejar la mente de problemas superfluos. Y, siendo durante el sexo todo lo demás superfluo, el sexo facilita una especie de reinicio de la mente que la predispone a ver luego las cosas desde nuevos ángulos.
Hacer el amor no sólo beneficia a los involucrados en el acto sexual, si no que, como vimos antes, hecho con responsabilidad puede ayudar a combatir el calentamiento global (y el local también, obviamente). El sexo también funciona como un tratamiento cosmético: en las mujeres, aumenta fuertemente los niveles de estrógenos, lo cual, entre otras cosas, hace que el cabello brille y sea más suave.
Y, principalmente, se ha demostrado a través de diversos estudios que el sexo regular (dos o tres veces por semana) puede alargar la vida un promedio de diez años, gracias a las consecuencias de todo lo antes mencionado. El sexo incluso rejuvenece la apariencia física, dicen las estadísticas. La calidad de esa larga vida, además, se ve positivamente afectada en otras áreas. Por ejemplo, previene enfermedades como la osteoporosis y la artritis y fortalece el corazón como ninguna otra actividad física.
A fin de cuentas, la ciencia termina comprobando -aunque ligeramente malinterpretado- uno de los más significativos postulados del Génesis: "polvo eres, y al polvo volverás". Amén.



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