domingo, 17 de enero de 2010

Mitos de la II Guerra Mundial

Mito: El origen de la Segunda Guerra Mundial debe buscarse en el ascenso de Hitler al poder en Alemania en 1933.


REALIDAD: El origen de la Segunda Guerra debe buscarse en el Tratado de Paz de Versalles de 1919, cuando tras la Primera Guerra se impusieron a Alemania durísimas sanciones económicas relacionadas con el pago de los costos de la guerra a Gran Bretaña, con el fin de que ese país pudiera a su vez saldar las deudas que había contraído sobre todo con la banca Morgan durante la confrontación.

Ello y la pérdida de grandes territorios por parte de Alemania y el imperio ruso merced al Tratado de Versalles generaron las condiciones objetivas para otra guerra.

MITO: Los británicos y los franceses no sabían que en septiembre de 1939 Hitler invadida Polonia.

REALIDAD: Ambas naciones sabían que Hitler iba a invadir Polonia porque el Tercer Reich presentó un plan de 16 puntos a los británicos para no invadir Polonia. El embajador inglés en Berlin, Neville Henderson, consideró que los 16 puntos eran muy aceptables. Entre ellos figuraba como prioridad que cesaran las hostilidades hacia ciudadanos alemanes en Polonia y la cesión de Danzig a Alemania.

Es necesario recordar que el gobierno británico venía incentivando al gobierno polaco del coronel Beck a realizar actividades temerarias contra ciudadanos e intereses germanos en Polonia con la finalidad de que una eventual invasión de Hitler a aquel país desatara una respuesta bélica inmediata por parte de Stalin.

Los británicos tuvieron en “la cuestión polaca” una posición más que ambivalente. Sólo intentaron apaciguar al gobierno de Beck en su actitud antigermana una vez que Hitler y Stalin habían firmado el pacto de no agresión con su protocolo secreto de reparto de Polonia. Ya era demasiado tarde para frenar a los activistas polacos antigermanos. El ultimátum que Hitler dio a Polonia para el inmediato cese de hostilidades contra ciudadanos alemanes en ese país se debió a que si no lo invadía en septiembre de 1939, luego ya sería demasiado tarde por cuestiones climáticas que tornarían demasiado pantanoso el terreno.

MITO: Hasta su ingreso tardío a la Segunda Guerra a fines de 1941, Estados Unidos había sostenido una actitud totalmente neutral y aislacionista.

REALIDAD: Estados Unidos siempre apoyé con créditos y ventas de materias primas y bienes industriales a Gran Bretaña durante la guerra, tal como lo había hecho en la Primera Guerra. Una eventual derrota inglesa habría ubicado a la banca de Wall Street en una situación muy difícil, dado que habría hecho irrecuperable la deuda contraída por Londres.

Pero la ayuda directa a los ingleses no fue la única, dado que durante todos los años treinta la tecnología norteamericana era exportada a la Unión Soviética como forma de sostener el régimen de aquel país. Al mismo tiempo, también durante los años treinta, Hitler logró financiamiento para su régimen nazi mediante la colocación de diversos empréstitos en los Estados Unidos por parte del banco UBC (Union Banking Corp.), que era una entidad satélite de la poderosa Banca Harriman y operaba bajo la dirección de Prescott Bush, abuelo paterno del actual presidente.

Estados Unidos colaboró entonces tanto con Gran Bretaña como con Stalin y Hitler. Pero la estabilidad del sistema financiero norteamericano dependía de que Gran Bretaña ganara la guerra.

MITO: Los aliados no cometieron crímenes de guerra y no albergaron, luego de la Segunda Guerra Mundial, criminales de guerra nazi, los cuales se escaparon sobre todo a Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay.

REALIDAD: Los aliados cometieron crímenes de guerra de lesa humanidad al igual que los nazis. La destrucción casi total de la ciudad de Dresden, en Alemania, en la que murieron decenas de miles de civiles inocentes —por citar un ejemplo— no obedecía a ningún objetivo militan Además, la guerra estaba prácticamente terminada. Sólo obedeció a un deseo de venganza contra El régimen nazi. En cuanto a la fuga de altos criminales de guerra alemanes, habría habido dos redes que organizaron el operativo. Una operó a través de los contactos del Vaticano. La otra a través de la CIA, llamada en aquella época QSS (Overseas Secret Service).

Ambas estaban relacionadas y muchos criminales de guerra terminaron en Sudamérica, pero muchos otros encontraron refugio en los Estados Unidos, al igual que muchos de los científicos que habla en la Alemania nazi y fueron arduamente disputados como el caso de Von Braun, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.

MITO: El “Día D" —el del desembarco de ingleses y norteamericanos en Normandía— representa el comienzo del fin del régimen hitleriano en el aspecto militar

REALIDAD: Hitler había invadido la Unión Soviética el 22 de julio de 1.941. Las primeras derrotas importantes de Alemania en el tiente oriental se produjeron en 1942. La guerra en ese frente •d desarrollaba con un nivel de crueldad y barbarie nunca antes visto, y mucho menos en el frente occidental.

Si bien los Estados Unidos ingresaron formalmente en la guerra a finales de 1941 tras los sucesos de Pearl Harbour, el desembarco de los aliados en Normandía, o “Día D", no se produjo hasta el 6 de junio de 1944, osea dos años y medio después, y pasados tres del inicio de la invasión de la URSS. Los soviéticos habían pedido varias veces el desembarco de tropas inglesas y norteamericanas en Francia a fin de aliviar la terrible presión que sus tropas venían sufriendo en propio territorio ruso.

A pesar de ello, Churchill y Roosevelt, con diferentes pretextos, se negaron a hacerlo hasta que las tropas alemanas hubieran estado exhaustas y abocadas de lleno a una retirada del frente oriental. Al momento de producirse el llamado “Día D”, Hitler tenía cerca de 160 divisiones en la lucha contra la Unión Soviética y sólo unas 60 en el frente occidental, lo que facilitó sobremanera la tarea de ingleses y norteamericanos que esperaron hasta último momento para retomar Europa continental.


MITO: Las invasiones de Holanda, Bélgica y Luxemburgo por parte de Hitler constituyeron un acto de agresión sin sentido.

REALIDAD: Francia había declarado la guerra a Alemania y un gran contingente de tropas inglesas habla desembarcado en tierra francesa para combatir a Hitler tras su invasión de Polonia. Hitler no podía atacar a Francia en forma directa porque la frontera estaba protegida por la denominada “línea Maginot”, una cadena muy bien fortificada de defensas y fortificaciones francesas.

Por lo tanto, no tuvo más remedio que invadir Holanda, Bélgica y Luxemburgo para poder invadir desde allí a Francia y prevenir así un ataque a su territorio.


MITO: La política inglesa anterior al inicio de la Segunda Guerra Mundial era apaciguar a Hitler permitiéndole la anexión de Austria y la toma de parte de Checoslovaquia.

REALIDAD: La pasividad con la que lnglaterra asumió la anexión de esas dos zonas por parte de Alemania no obedecía a ningun afán apaciguador. No se apacigua a alguien accediendo íntegramente a sus deseos.

En realidad Inglaterra buscaba estimular a Hitler para que buscara una expansión hacia el Este, de manera tal que la formidable maquina bélica nazi se enfrentara, en última instancia, al Ejército Rojo de Stalin.

Una potencial guerra entre la Alemania de Hitler y la Unión Soviética debilitaría en gran medida a ambas naciones, por lo que Gran Bretaña podría recobrar así el protagonismo perdido en Europa en lo que iba del siglo XX.


MITO: A Hitler no le importaba que Alemania afrontara un estado de guerra permanente con sus vecinos

REALIDAD: El gobierno alemán estaba preocupado porque las grandes operaciones bélicas que debía realizar minaban las posibilidades de su producción industrial. Además, porque la situación geográfica de Alemania le impedía obtener petróleo fácilmente. Hitler llegó a ordenar en plena época de guerra, hacia 1940, una reducción de las divisiones del ejército de 155 a 120 con el fin de permitir una mayor producción industrial y poder cumplir tanto con la provisión interna de bienes industriales como con las exportaciones a la URSS.

El alto mando del ejército debía elaborar todos sus planes bélicos con el concepto de “Blitzkrieg”, ataques relámpago a los países invadidos, con el fin de conseguir muy rápidas victorias y pasar la más rápidamente posible a una situación de paz. Sin embargo esa estrategia fracasó con Gran Bretaña y la URSS, países con los cuales la guerra se prolongó sobremanera.

En el primer caso fue por la negativa inglesa a aceptar dos condiciones básicas que Alemania solicitaba para reanudar la paz: a) respeto de Gran Bretaña a las nuevas fronteras alemanas y al papel hegemónico de la nación en Europa continental, b) recuperación de las colonias alemanas tras la Primera Guerra Mundial para que el Tercer Reich pudiera autoabastecerse de materias primas. A su vez, el argumento declarado por Hitler para invadir la URSS era su deseo de acabar lo antes posible la guerra con Gran Bretaña.


MITO: Sólo a medida que los aliados iban recuperando territorios en Polonia y Alemania se tuvo una cabal idea de las brutalidades que Hitler había cometido con minorías étnicas y especialmente con los judíos.

REALIDAD: La política antisemita del Tercer Reich era vastamente conocida en Occidente desde muchos años antes de desatarse la guerra. Hitler responsabilizaba al pueblo Judea de desastrosa situación alemana tras el Tratado de Versalles, y consideraba inasimilables. Tanto en Estados Unidos como Gran Bretaña los gobiernos sabían con lujo de detalles ¡o p tica de exterminio masivo de judíos que estaba desarrollan Hitler. incluso la prensa occidental estaba perfectamente al tanto de las aberraciones que estaba cometiendo el dictador alemán, a pesar de lo cual tejió un manto de silencio casi total sobre el tema durante el desarrollo de la guerra.

Incluso la prensa controlada por empresarios de sangre judía —como el New York limes— conocía en toda su magnitud el problema y lo silenciaba. Algunos altísimos dirigentes judíos como Ben Gurión y Chaim Waizmann también habrían estado al tanto, según fuentes judías, pero nada hicieron para impedir la masacre ni para favorecer la concientización del drama en los países aliados. ¿Por qué? Probablemente porque la masacre indiscriminada que estaba desarrollando Hitler proporcionaría tras la Segunda Guerra el elemento faltante para crear el Estado de Israel, cuya planificación se venía desarrollando al menos desde finales de la Primera Guerra Mundial con la llamada “declaración Balfour”. Además es necesario tener en cuenta un artículo de Winston Churchill en el Illustrated Sunday Herald del 8 de febrero de 1920, en el cual señala, entre otras cosas, “por supuesto, Palestina es demasiado pequeña para acomodar más de una fracción de la raza judía; además, una mayoría de los judíos no desean ir allí”.

El Holocausto entonces habría servido en forma siniestra, no sólo a Hitler sino a dos objetivos ingleses y norteamericanos: crear el Estado de Israel a pesar de la oposición del pueblo palestino y del árabe en general, y convencer a una gran cantidad de judíos a radicarse allí para evitar la posibilidad de más masacres como las ejecutadas por los nazis.


MITO: El desarrollo de la bomba atómica por parte de Estados Unidos tenía como único objetivo inicial el posible bombardeo de objetivos militares —y no civiles— del Eje. Su posterior uso en Hiroshima y Nagasaki sólo se explica por la vocación del gobierno de Harry Truman de acortar la guerra y salvar así centenas de miles, o millones de vidas.

REALIDAD: Los Estados Unidos comenzaron a realizar estudios para desarrollar la bomba atómica a raíz de una carta de Albert Einstein al presidente Roosevelt, en la que detallaba que a través de la fisión nuclear se podía generar una bomba de inédito poderío, y a la vez se mostraba preocupado por la posibilidad de que Alemania llegara primero a alcanzar esa tecnología. Años más tarde, pocos meses antes de que la primera bomba fuera lanzada sobre Hiroshima, volvió a escribir a Roosevelt manifestándole su preocupación dado que tenía información de que Estados Unidos había alcanzado la tecnología nuclear, pero poseía indicios de que los militares del Pentágono pensaban lanzarla, tal como ocurrió, sobre objetivos civiles. Einstein no tuvo respuesta de Roosevelt, quien poco después murió.

Su sucesor, Harry Truman, prominente miembro de la masonería norteamericana (al igual que Roosevelt) no dudó en lanzar dos bombas atómicas sobre ciudades japonesas con el pretexto de acortar la duración de la guerra y salvar vidas. Una reciente investigación del autor japonés Tsuyoahi Hasegawa demuestra que el real objetivo de lanzar las bombas atómicas no fue salvar vidas sino impedir que Japón se rindiera ante la Unión Soviética y lo hiciera ante los Estados Unidos.

Tras terminar su guerra con Alemania los soviéticos se aprestaban a invadir Japón, y los Estados Unidos consideraban que Japón no debía quedar —ni total ni parcialmente— bajo el área de influencia soviética. Las bombas de Hiroshima y Nagasaki cumplieron entonces ese objetivo geopolítico que prescindís totalmente de consideraciones humanitarias. El gobierno japonés tampoco estuvo a la altura de las circunstancias tras las bombas atómicas, dado que sólo accedió a rendirse una vez que le fue asegurado que el emperador Hirohito no sería removido de su cargo, lo que tuvo aún más efecto para terminar la guerra en el Pacifico que las propias bombas atómicas.

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