viernes, 20 de agosto de 2010

Una curiosa anecdota sobre el gran Enrico Caruso


Viviendo Enrico Caruso en los EEUU, cuando ya la mayor parte de Europa estaba en guerra, recibió la visita de cinco compatriotas.

---Señor Caruso -le dijeron-, nosotros dejamos América y vamos a Italia a combatir. En el teatro donde usted actúa, jamás hemos podido poner los pies. Somos pobres.

-¿ Y qué es lo que ustedes desean ? les preguntó amablemente el célebre tenor.

-Vamos como decimos, a la guerra. Tal vez moriremos en ella. Pero antes quisiéramos sentir al gran Caruso. Hemos reunido doscientos dólares. Son pócos. Poquísimos, más es todo lo que poseemos y desearíamos que por esa suma usted cante una canción, una sóla canción para nosotros.

A Caruso se le humedecieron los ojos. Un gran nudo oprimía su garganta de oro. Cuando se recobró lo suficiente como para poder hablar, les dijo:

-¿ Una canción ? ¡Todas la que ustedes quieran ! Y esos doscientos dólares llévenselos a vuestras madres.

Y Caruso cantó toda una noche para aquellos cinco compatriotas que iban a la guerra, y lo hizo con todo el ardor y sentimiento de que era capaz.

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