viernes, 9 de mayo de 2008

EL ARTE DE FUMAR UN CIGARRO PURO

EL ARTE DE FUMAR UN CIGARRO PURO

1º.- Llévese el puro encendido a los labios y, antes de dar la primera bocanada, sople a través del mismo para expulsar todo sabor desagradable producido por el encendido.

2º.- hecho esto, llene su boca con el humo frío y reténgalo sin inhalarlo; retire el puro de la boca y suéltelo lentamente; antes de dar la siguiente bocanada, aguarde unos instantes.

3º.- no fume precipitadamente, sino a intervalos de un minuto más o menos para que el puro no se apague.

4º.- cuanto más rápido fume menos placentera será la experiencia, ya que el puro de calentará en exceso y tendrá un sabor amargo.

5º.- la cabeza del puro debe estar lo más seca posible, por lo que evitará tenerlo en la boca demasiado tiempo (no lo masque ni lo sostenga entre los dientes mientras esté realizando otra actividad); un puro húmedo empieza a perder sabor cuando el alquitrán y la nicotina se mezclan con la saliva; no lo sostenga en la boca más de tres minutos durante la fumada.

6º.- el sabor que tiene la primera mitad del puro es distinta a la de la segunda, la cantidad de humo aumenta y el sabor se intensifica, lo que no siempre es positivo.

Este momento se produce tras haber fumado una tercera parte del puro (los fumadores expertos perciben el momento en que el puro ha desprendido su verdadera esencia y lo apagan satisfechos, antes de llegar a ese momento; otros, que nunca abandonan, acabarán por tener una sensación desagradable en la boca, cuando el sabor del puro llegue a su máxima agrura); asimismo, el olor que desprenderá no hará más que justificar las quejas de los que se oponen al fumar.

7º.- sujete el puro suave pero firmemente; no lo aplaste con los dedos como un cigarrillo (a fin de no deteriorarlo y obstruir el tiro); debe utilizar el dedo pulgar, el índice y el corazón.

8º.- para sacudir la ceniza acumulada, tome una calada a fin de encender el pie y dé un golpecito en el cenicero; lo ideal es dar un golpe seco que deje al descubierto el pie del puro encendido.

9º.- el cenicero debe ser el lugar final de reposo de un puro; déjelo apagar por sí solo, se consumirá rápidamente y generará el mínimo olor; apagándolo con los dedos o aplastándolo sobre el cenicero, solo esparcirá más restos de tabaco y, con ellos, humos desagradables. El olor a puro fumado y frío no es, precisamente, una fragancia y, por ello, es aconsejable no dejar los puros acabados en lugares cerrados; además, el maravilloso y largo proceso de elaboración de un cigarro puro merece nuestro respeto y consideración, por eso déjelo morir dignamente en el cenicero.

10º.- a veces, fumar se torna complicado:

a) puede que el puro no tire bien (por una ligada demasiado prieta, al haberse formado un andullo en la tripa que bloquee el trayecto del humo o por exceso de humedad), entonces su sabor es inferior y tiene tendencia a apagarse.

b) un puro con poca tripa corre el riesgo de quemarse y resultar áspero, a causa de la gran cantidad de humo que generará en muy poco tiempo.

c) puede que un puro se consuma con demasiada rapidez y de modo no uniforme alrededor de la capa, bien a causa de una pobre elaboración o de una humectación inadecuada. Ante estas situaciones, lo mejor es transmitir sus quejas al tabaquero que se los vendió y, en tanto, encender otro puro, pues el tiempo reservado para fumar es tiempo perdido si lo emplea en otra cosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario