Habría que aclarar que el ojo está continuamente llorando para lubricarlo por la glándula lacrimal, aunque de manera contenida. Esas serían las lágrimas básicas. Luego habrían otras reflejas, que se producirían como forma de defensa ante objetos extraños o cuando cortamos una cebolla, por ejemplo. Y las últimas, serían las que producimos a causa de las emociones, las cuales, solo los humanos producen de entre todo el reino animal.
Cada clase de lágrima contiene diferentes clases de componentes químicos y hormonas. Se ha descubierto que las lágrimas emocionales, contienen gran cantidad de manganeso y de la hormona prolactina. Llorar, produce que el cuerpo se libere de estos componentes y disminuya la depresión emocional; mucha gente ha declarado que llorar les hace sentir bien y les calma cuando están tristes, y esto es en parte debido a la química y las hormonas que liberamos al llorar.
Para llorar, necesitamos una estímulo emocional como puede ser el dolor o la pérdida del amor, que serían externos. Internos, serían debidos a los pensamientos y resoluciones que tendríamos acerca de nuestra vida o la de los otros. Cuando la emoción nos afecta, el cerebro estimula con neurotransmisores el nervio craneal (o facial), el cual inerva las glándulas lacrimales a expeler lágrimas, aparte de aumentarse la presión sanguinea en la cabeza.
La glándula principal lacrimal, produce las lágrimas reflejas y emocionales, y se cree que en tiempos de estrés, se depende de esta glándula para mantener un equilibrio de hormonas y elementos químicos, eliminando las excesivas.
En estudios a pacientes, se les inyectó adredalina, y dijeron sentir “estados de preocupación” y “ganas de llorar”, quizás una forma que tiene el cuerpo de regular estas hormonas.
Hay muchas razones para llorar en la sociedad donde vivimos. Una de las más importantes es la muerte, y se decía que si uno no lloraba la muerte de alguien, ese dolor se convertiría en un dolor físico, ya que no había sido liberado totalmente. Otras razones serían las experiencias de la vida y del amor.
Es conocido que las mujeres suelen llorar más que los hombres según dicta nuestra sociedad, pero los efectos beneficiosos de llorar deberían ser tenidos en cuenta para cualquier sexo. Las estadísticas revelan que las mujeres lloran 64 veces al año, frente a 17 de los hombres.
Cada cultura define dónde y cuándo se puede llorar, y una parte de esa definición, especifica la duración de ese llanto y del luto. Por ejemplo, en la cultura Zeni, el jefe permite a los familiares y allegados de luto, el llorar durante 4 días; pasado ese tiempo, el jefe dicta que han pasado 4 años, y que el luto ha quedado concluido.
En los recien nacidos, el llorar sirve para reclamar la atención de los padres, así que es una forma de calmar las situaciones negativas, como el hambre. Ante una situación negativa, relacionamos el llorar por un trauma ocular o por dolor (reacciones reflejas), con las expresiones de la cara que requieren ayuda.
Los recién nacidos dejan de llorar a los 10 meses por estar solos, y empiezan a desarrollar el hábito de empezar a llorar cuando están en compañía, ya que lo convierten en un sistema manipulativo hacia los demás.
Estimulos:
Principalmente dos, que todos conocemos:
- Información del propio ojo.
Si una pequeña “irritación" que nos pasa desapercibida es suficiente para mantener el ritmo normal de lágrima, una gran irritación que llega a nuestro consciente y nos molesta, estimula intensamente a las glándulas. Un ejemplo típico es cuando se nos mete una mota dentro del ojo: el ojo empieza a llorar en seguida.
- Información emocional.
El sistema nervioso autónomo está enormemente relacionado con los circuitos del cerebro que rigen las emociones. Todos sabemos que los cambios afectivos producen respuestas involuntarias del cuerpo. Cuando un susto nos acelera el corazón o nos deja pálidos, o la timidez nos ruboriza, o el nerviosismo nos deja la boca seca, son todo respuestas del sistema nervioso autónomo. El ojo funciona igual: una sobrecarga emocional estimula la producción de lágrimas.
Resumiendo, que podemos dividir la síntesis de lágrima en:
- Lagrimeo basal: el que está en equilibrio. El sistema nervioso sólo recibe los estímulos normales del ojo que permiten producir la lagrima necesaria, y nada más.
- Lagrimeo estimulado: un estímulo externo al sistema normal (una irritación ocular o una emoción fuerte) aumenta la producción hasta el punto de hacernos llorar.
Este lagrimeo estimulado tiene alguna característica especial: no sólo aumenta la síntesis de lágrima, sino que ordena a la glándula lagrimal principal que se “exprima" para soltar rápidamente la lágrima que tiene acumulada. Por eso podemos comenzar a llorar tan rápido, lo primero que ocurre es que se libera la lágrima que estaba almacenada. Una vez se agota el almacén de la glándula principal, aunque la producción está aumentada, no hay tanta saturación de lágrima. Es lo que popularmente se conoce como “quedarse sin lágrimas" cuando después de unos minutos de llorar intensamente, el ojo deja de lagrimear tanto. Por otra parte, la composición de la lágrima al llorar es diferente de la lágrima basal, ya que aquella tiene más proporción de agua (que es lo que principalmente aporta la glándula principal).
¿Qué utilidad puede tener este lagrimeo estimulado?
En el caso de que se nos haya metido algo en el ojo, la lágrima está lavando y puede arrastrar la arenilla que nos está molestando. Si es una emoción fuerte la que nos hace llorar, la respuesta es más complicada. Utilidad fisiológica para el propio cuerpo, ninguna, salvo el hecho de que en cierta manera estamos descargando esa tensión emocional; aunque eso ya es terreno de la psicología. También puede resultar de utilidad (o por el contrario, producirnos inconvenientes) en el campo de las relaciones humanas. Cuando vemos a alguien que está triste y llora, tenemos mayor certeza de su tristeza. Es más fácil que empaticemos con esa persona; de hecho, es relativamente frecuente que las lágrimas “se contagien" al ver llorar.
Cada clase de lágrima contiene diferentes clases de componentes químicos y hormonas. Se ha descubierto que las lágrimas emocionales, contienen gran cantidad de manganeso y de la hormona prolactina. Llorar, produce que el cuerpo se libere de estos componentes y disminuya la depresión emocional; mucha gente ha declarado que llorar les hace sentir bien y les calma cuando están tristes, y esto es en parte debido a la química y las hormonas que liberamos al llorar.
Para llorar, necesitamos una estímulo emocional como puede ser el dolor o la pérdida del amor, que serían externos. Internos, serían debidos a los pensamientos y resoluciones que tendríamos acerca de nuestra vida o la de los otros. Cuando la emoción nos afecta, el cerebro estimula con neurotransmisores el nervio craneal (o facial), el cual inerva las glándulas lacrimales a expeler lágrimas, aparte de aumentarse la presión sanguinea en la cabeza.
La glándula principal lacrimal, produce las lágrimas reflejas y emocionales, y se cree que en tiempos de estrés, se depende de esta glándula para mantener un equilibrio de hormonas y elementos químicos, eliminando las excesivas.
En estudios a pacientes, se les inyectó adredalina, y dijeron sentir “estados de preocupación” y “ganas de llorar”, quizás una forma que tiene el cuerpo de regular estas hormonas.
Hay muchas razones para llorar en la sociedad donde vivimos. Una de las más importantes es la muerte, y se decía que si uno no lloraba la muerte de alguien, ese dolor se convertiría en un dolor físico, ya que no había sido liberado totalmente. Otras razones serían las experiencias de la vida y del amor.
Es conocido que las mujeres suelen llorar más que los hombres según dicta nuestra sociedad, pero los efectos beneficiosos de llorar deberían ser tenidos en cuenta para cualquier sexo. Las estadísticas revelan que las mujeres lloran 64 veces al año, frente a 17 de los hombres.
Cada cultura define dónde y cuándo se puede llorar, y una parte de esa definición, especifica la duración de ese llanto y del luto. Por ejemplo, en la cultura Zeni, el jefe permite a los familiares y allegados de luto, el llorar durante 4 días; pasado ese tiempo, el jefe dicta que han pasado 4 años, y que el luto ha quedado concluido.
En los recien nacidos, el llorar sirve para reclamar la atención de los padres, así que es una forma de calmar las situaciones negativas, como el hambre. Ante una situación negativa, relacionamos el llorar por un trauma ocular o por dolor (reacciones reflejas), con las expresiones de la cara que requieren ayuda.
Los recién nacidos dejan de llorar a los 10 meses por estar solos, y empiezan a desarrollar el hábito de empezar a llorar cuando están en compañía, ya que lo convierten en un sistema manipulativo hacia los demás.
Estimulos:
Principalmente dos, que todos conocemos:
- Información del propio ojo.
Si una pequeña “irritación" que nos pasa desapercibida es suficiente para mantener el ritmo normal de lágrima, una gran irritación que llega a nuestro consciente y nos molesta, estimula intensamente a las glándulas. Un ejemplo típico es cuando se nos mete una mota dentro del ojo: el ojo empieza a llorar en seguida.
- Información emocional.
El sistema nervioso autónomo está enormemente relacionado con los circuitos del cerebro que rigen las emociones. Todos sabemos que los cambios afectivos producen respuestas involuntarias del cuerpo. Cuando un susto nos acelera el corazón o nos deja pálidos, o la timidez nos ruboriza, o el nerviosismo nos deja la boca seca, son todo respuestas del sistema nervioso autónomo. El ojo funciona igual: una sobrecarga emocional estimula la producción de lágrimas.
Resumiendo, que podemos dividir la síntesis de lágrima en:
- Lagrimeo basal: el que está en equilibrio. El sistema nervioso sólo recibe los estímulos normales del ojo que permiten producir la lagrima necesaria, y nada más.
- Lagrimeo estimulado: un estímulo externo al sistema normal (una irritación ocular o una emoción fuerte) aumenta la producción hasta el punto de hacernos llorar.
Este lagrimeo estimulado tiene alguna característica especial: no sólo aumenta la síntesis de lágrima, sino que ordena a la glándula lagrimal principal que se “exprima" para soltar rápidamente la lágrima que tiene acumulada. Por eso podemos comenzar a llorar tan rápido, lo primero que ocurre es que se libera la lágrima que estaba almacenada. Una vez se agota el almacén de la glándula principal, aunque la producción está aumentada, no hay tanta saturación de lágrima. Es lo que popularmente se conoce como “quedarse sin lágrimas" cuando después de unos minutos de llorar intensamente, el ojo deja de lagrimear tanto. Por otra parte, la composición de la lágrima al llorar es diferente de la lágrima basal, ya que aquella tiene más proporción de agua (que es lo que principalmente aporta la glándula principal).
¿Qué utilidad puede tener este lagrimeo estimulado?
En el caso de que se nos haya metido algo en el ojo, la lágrima está lavando y puede arrastrar la arenilla que nos está molestando. Si es una emoción fuerte la que nos hace llorar, la respuesta es más complicada. Utilidad fisiológica para el propio cuerpo, ninguna, salvo el hecho de que en cierta manera estamos descargando esa tensión emocional; aunque eso ya es terreno de la psicología. También puede resultar de utilidad (o por el contrario, producirnos inconvenientes) en el campo de las relaciones humanas. Cuando vemos a alguien que está triste y llora, tenemos mayor certeza de su tristeza. Es más fácil que empaticemos con esa persona; de hecho, es relativamente frecuente que las lágrimas “se contagien" al ver llorar.
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