El afrodisíaco más poderoso de la historia de la humanidad, hasta la aparición de la Viagra, se encontró en España: Cantharis vescicatoria. La cantárida es un escarabajo de color verde esmeralda metalizado y pequeño tamaño, endémico de los bosques de fresnos de los macizos del centro de la Península Ibérica y conocido vulgarmente como la mosca española. De ella se obtiene un alcaloide denominado cantaridina que tiene una importante cualidad vesicante y que, aplicado en dosis controladas —una sobredosis puede llegar a ser letal—, dilata los vasos sanguíneos, produciendo hinchazón —en el hombre, erección prolongada— y mayor percepción nerviosa en la zona cuya epidermis ha recibido el emplasto.
La erección espontánea del pene que produce la cantárida, la convirtió en el afrodisíaco de referencia hasta el siglo XVII cuando cayó en desuso dado el número de envenenamientos, con consecuencias mortales, que produjeron tales prácticas. Sólo a mediados del siglo XVIII volvería a estar de moda, cuando en Francia se la conoció como los caramelos Richelieu: “pastilles Richelieu”.
Existen numerosos casos de muerte por ingestión entre los varones y en las mujeres se han descritos casos de sangrado genital y signos de intoxicación, por lo que se le debería considerar más próxima a los venenos que a los afrodisiacos.
Aristóteles ya se refirió en sus escritos a esta sustancia, y pasajes muy significativos de la historia fueron posibles a su acción vigorizadora. Su comercio fue siempre muy restringido y sólo las clases altas tenían acceso a su utilización. Ha quedado impreso con letra de molde en la historia del erotismo universal el conocido como el afer de Marsella que protagonizó el Marqués de Sade junto a su compañero de orgías y sodomías, el fiel lacayo Latour. En un viaje a Marsella contrataron a varias prostitutas para celebrar una fiesta, y el marqués se equivocó al aplicarles la dosis de cantaridina. Las muchachas enfermaron y casi murieron, mientras que al marqués le detuvieron y acusaron de sodomía y envenenamiento.
Fue sentenciado a muerte por ello en 1772, pero huyó a Italia junto con la hermana de su esposa, a la que secuestró del convento donde se hallaba recluida. Al no dar con su paradero fue ejecutado en efigie en Aix-en-Provence.
Otras de las historias que rodean al insecto es la de Fernando el Católico falleció por abusar de una sustancia para mejorar su rendimiento en la cama. Utilizaba un insecto para seguir el ritmo de su esposa, 36 años menor.
El de un rey, Fernando el Católico, muerto a causa de una sobredosis del "viagra" de la época, o los muchos de la viuda de Fernando VII, María Cristina, con Fernando Muñoz, con quien tuvo ocho hijos, son algunos de Los grandes polvos de la historia, destacados por José Ignacio Arana en su nuevo libro.
Arana, médico y profesor de Pediatría de la Universidad Complutense de Madrid, quería que su libro tuviese el "recatado" título de "Historias Curiosas de la Sexualidad" pero, según reveló en una entrevista con Efe, "las mujeres de Espasa Calpe", que editó el libro, "son tremendas y viendo su contenido decidieron que no podía llamarse más que como se llama".
La erección espontánea del pene que produce la cantárida, la convirtió en el afrodisíaco de referencia hasta el siglo XVII cuando cayó en desuso dado el número de envenenamientos, con consecuencias mortales, que produjeron tales prácticas. Sólo a mediados del siglo XVIII volvería a estar de moda, cuando en Francia se la conoció como los caramelos Richelieu: “pastilles Richelieu”.
Existen numerosos casos de muerte por ingestión entre los varones y en las mujeres se han descritos casos de sangrado genital y signos de intoxicación, por lo que se le debería considerar más próxima a los venenos que a los afrodisiacos.
Aristóteles ya se refirió en sus escritos a esta sustancia, y pasajes muy significativos de la historia fueron posibles a su acción vigorizadora. Su comercio fue siempre muy restringido y sólo las clases altas tenían acceso a su utilización. Ha quedado impreso con letra de molde en la historia del erotismo universal el conocido como el afer de Marsella que protagonizó el Marqués de Sade junto a su compañero de orgías y sodomías, el fiel lacayo Latour. En un viaje a Marsella contrataron a varias prostitutas para celebrar una fiesta, y el marqués se equivocó al aplicarles la dosis de cantaridina. Las muchachas enfermaron y casi murieron, mientras que al marqués le detuvieron y acusaron de sodomía y envenenamiento.
Fue sentenciado a muerte por ello en 1772, pero huyó a Italia junto con la hermana de su esposa, a la que secuestró del convento donde se hallaba recluida. Al no dar con su paradero fue ejecutado en efigie en Aix-en-Provence.
Otras de las historias que rodean al insecto es la de Fernando el Católico falleció por abusar de una sustancia para mejorar su rendimiento en la cama. Utilizaba un insecto para seguir el ritmo de su esposa, 36 años menor.
El de un rey, Fernando el Católico, muerto a causa de una sobredosis del "viagra" de la época, o los muchos de la viuda de Fernando VII, María Cristina, con Fernando Muñoz, con quien tuvo ocho hijos, son algunos de Los grandes polvos de la historia, destacados por José Ignacio Arana en su nuevo libro.
Arana, médico y profesor de Pediatría de la Universidad Complutense de Madrid, quería que su libro tuviese el "recatado" título de "Historias Curiosas de la Sexualidad" pero, según reveló en una entrevista con Efe, "las mujeres de Espasa Calpe", que editó el libro, "son tremendas y viendo su contenido decidieron que no podía llamarse más que como se llama".
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