Hay eternidades que duran lo que dura el impago de la factura del gas. La “llama eterna” que recordaba a los caídos en la Segunda Guerra Mundial en Bishkek, la capital de Kirguistán, se apagó ayer, cuando la compañía suministradora, cerró la espita después de tres años de impago y una factura acumulada por valor de 7.000 euros.
Cada 9 de mayo las fuerzas armadas de la República Kirguisa celebran una ofrenda floral en el monumento a los caídos en la victoria frente a los nazis, pero dentro de dos semanas los soldados tendrán que sacar los mecheros para dar empaque a la ceremonia. El gobierno del país debe a la compañía del gas más de 7.000 euros, que es lo que cuesta mantener encendida una llama eterna durante 3 años.
El gobierno espera llegar a un acuerdo con Kyrgyzgas para restaurar el suministro antes del próximo 9 de mayo. En caso de no lograrlo, la imagen del presidente haciendo honores a los caídos por la patria delante de un brasero apagado amenaza con dar la vuelta al mundo.
El episodio refleja la complicada situación financiera que sufre la república ex soviética, que lleva varios años sumida en una crisis política y económica. Según el blog especializado Kirguistán Press, la economía del país se basa en tres pilares fundamentales: “La especulación inmobiliaria, el cultivo de la marihuana y la crianza de conejos”. Fuera coña: Kirguistán es un país esencialmente agrícola, altamente dependiente de las exportaciones a Rusia. También tiene algunos recursos minerales y gas, pero poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario